Muchos fueron los obstáculos que tuvieron que enfrentar los precursores de la Radiología en nuestro país. La falta de recursos e infraestructura, fueron enfrentadas con ingenio y perseverancia, lo que culminó en una alianza entre las facultades de Medicina y Física de la U. de Chile.
El esfuerzo de personas como Arturo Salazar y Luis Zegers dieron paso a algo nunca antes visto en nuestro país: la primera radiografía tomada en Chile, que curiosamente, fue de una mano izquierda en 1896.

Salazar y Zegers: el inicio de la Radiología en Chile
Fue en el antiguo hospital San Vicente de Paul, hoy la escuela de medicina de la U. de Chile, donde comenzó la Radiología de uso médico en nuestro país.
Su nacimiento no fue fácil, pero pudo ver la luz gracias a numerosos experimentos efectuados en el Laboratorio de Física de la Escuela de Ingeniería, hoy convertida en la Casa Central de la U. de Chile, en la Alameda.
En esas instalaciones trabajaban dos profesores. Uno conocido por tener un bigote prominente, Luis Ladislao Zegers, y su compañero que usaba un delantal blanco que rara vez se lo sacaba, Arturo Salazar. Ambos estaban al tanto de lo que había ocurrido el 28 de Diciembre de 1895, cuando Wilhelm Conrad Röntgen realizó una charla a la «Physikalisch-medicinischen Gesellschaft”, de Würzburg, sobre una nueva forma de radiación. Fue un tremendo avance, pero curiosamente el mundo se enteró de la noticia un mes después porque la sociedad científica se encontraba de vacaciones.
Fue en febrero de 1896, que los profesores Zegers y Salazar comenzaron a experimentar con el uso de la nueva técnica. Al mes siguiente, el 27 de Marzo, redactan las “ACTES DE LA SOCIETE SCIENTIFIQUE DU CHILE”, en la que publicaron una monografía de 46 renglones: “EXPERIMENTOS SOBRE LA PRODUKZIÓN DE LOS RRAYOS DE ROENTGEN POR MEDIOS DE LAS LAMPARILLAS DE KANDENZIA ELECTRICAS”. Fue el primer trabajo sobre Rayos X publicado en Latinoamérica, y está escrita en lo que se llamó “ORTOGRAFÍA RRAZIONAL”, creada por Salazar. El trabajo muestra un esquema del circuito eléctrico empleado y una radiografía de cuatro dedos de la mano derecha de Zegers tomada cinco días antes de la publicación. La exposición de esta radiografía demoró 14 minutos.
Llegar a la radiografía de una mano no fue nada fácil, y pasó un mes para obtener los primeros resultados. Se tuvo que trabajar con una bobina de inducción de chispa de bastante longitud, que manejaban con un alternador operado a mano, un circuito de TESA y un tubo fabricado por Salazar.
En ese entonces no había un solo tubo de Crookes en Chile, por lo que comenzaron a probar con ampolletas de alumbrado que tenían un vacío análogo a estos tubos pero carecían de electrodos adecuados para el ánodo. Con estas ampolletas se trató de obtener un flujo catódico conveniente. Este flujo de partículas negativas que salían del filamento producían Rayos X como consecuencia de su choque con un anticátodo improvisado, que estaba al lado de afuera de la ampolleta.
La descarga de miles de voltios aplicados a la ampolleta se obtenían con un carrete de inducción (bobina de Rumkorf) conectada al primario, con un alentador movido a mano. El resultado fue el esperado: el vidrio resplandecía con fluorescencia azul. Pasó un tiempo hasta que se dieran cuenta que el color se debía al contenido de plomo en el vidrio. Probaron entonces con ampolletas de Edison de vidrio sin plomo, de procedencia inglesa, con lo que obtuvieron fluorescencia verde claro. Sin embargo las placas fotográficas, muy bien envueltas y a distancia adecuada, no se impresionaban. Eran demasiado viejas. Pero al cambiarlas por placas frescas y de otra sensibilidad, conseguían la impresión de imágenes radiológicas. Pudieron así obtener radiografías con cierta regularidad. Con posterioridad llegaron de Europa los tubos adecuados para la toma de radiografías.
La relación de estos experimentos fue escrita por el profesor Salazar en 1938 cuando tenía 83 años. Se los entregó al decano de Medicina Prof. Armando Larraguibel, y el hecho fue relatado en el Primer Congreso Interamericano de Radiología, en Buenos Aires, en 1943, por el Prof. Dr. Félix Daza Brantes.
La década de los ´30
A principios de los años 30 el antiguo Hospital San Vicente era el formador de Radiólogos que se dispersaban a otros hospitales de Santiago y provincia.
Manejar un Servicio de Radiología era difícil por la escasa infraestructura. Como era de suponer, cada Jefe Clínico quería su propio equipo de Rayos X. Por entonces en el Servicio Central se hacía radiología del tubo digestivo alto y de colon. Inicialmente con bismuto, que era un producto de uso habitual como antidiarreico en los hospitales, pero la intensa estitiquez que provocaba, se cambió por sulfato de bario. Se tomaban también de huesos, tórax y abdomen simple. El tiempo de exposición de una radiografía de tórax era de 10-15 segundos; 8-10 mA y 100 Kv. Se hacían en total entre 10 y 15 exámenes radiográficos y radioscopias diarias.
Los equipos eran rudimentarios y de gran tamaño. Su mantención no era complicada, excepto la reposición de tubos, que era muy difícil en tiempos de la Primera Guerra Mundial. Por esos años, la escasez obligaba a reconstruir los tubos dañados y cuenta la historia que un técnico alemán de apellido Poselius, era uno de los pocos que sabía hacerlo. ¿Cómo lo hacía? Tomaba dos tubos malos para hacer uno bueno. Los tubos se reparaban, se soldaban, se ponían cátodos, etc.
Con la llegada de los tubos de Coolidge, después de la Primera Guerra Mundial, el principal problema del vacío que debía producirse en su interior se simplificó.
El revelado de las imágenes se hacía en cubetas de 40 x 40 cm. igual que el de las fotografías y lo hacía un médico en forma totalmente manual. Tanto los revelados como los fijadores se preparaban en el Servicio en base a productos básicos que venían pesados de la farmacia. El secado se hacía preferentemente al aire libre colgando las radiografías en cordeles y sujetándolas con pinzas para la ropa.
Los exámenes radiológicos eran efectuados por los médicos. Por la lentitud y dificultad del sistema radiográfico se hacían, preferentemente, radioscopias. Las fracturas se reducían a mano, bajo pantalla, entre Traumatólogos y Radiólogos. A veces usaban delantales y guantes impregnados de sal de plomo, pero su uso era incómodo, sobre todo el de los guantes, que eran muy rígidos y pesados.

Protagonistas de la Radiología Chilena
Arturo Salazar Valencia «El loco Salazar»
El profesor Arturo Salazar Valencia nació el 2 de diciembre de 1855, en el poblado de Andacollo. Hijo del Ingeniero Militar, Manuel Salazar Hinostroza, y Juana Valencia Arancibia, quedó huérfano a los 15 años. Trabajó inicialmente en la Agencia Noticiosa Havas de Valparaíso. Se hizo conocido porque instaló, entre la Intendencia de Valparaíso y la Agencia Noticiosa, el primer teléfono del puerto.
A los pocos años ascendió al puesto de Profesor de Física en los Padres Franceses, para luego pasar a igual función en la Escuela Naval. Vivía entonces de su cargo de Gerente General de la Cía. de Gas de Valparaíso, puesto que desempeñaba desde los 29 años.
La muerte marcó hitos en la vida de Arturo Salazar. En 1887 hubo una epidemia de cólera en Chile, con un trágico saldo de 50.000 muertos. Fue entonces, en el Laboratorio de la Escuela Naval, dónde Salazar junto a Carlos Newman, hicieron un trabajo sobre bacteriología llamado “NOTAS SOBRE EL ESPIRILO DEL KOLERA ASIATIKO”. En él mostraron las primeras macrofotografías tomadas en el país. Ese mismo año, publicó un informe sobre las características de las aguas de los cerros de Valparaíso y el resultado del examen clínico y bacteriológico de algunas aguas de Chile.
A estas alturas, las cosas ya estaban claras. A Salazar le interesaban los problemas sanitarios. Hizo un trabajo sobre el aire de los teatros Odeón y Victoria de Valparaíso, y del teatro Municipal de Santiago, que trataba sobre el grado de enrarecimiento del aire que se producía por el uso de gas para alumbrado.
Al cumplir 40 años y luego de llegar de un viaje a Europa, el loco Salazar (como le decían) se traslada a Santiago, invitado a colaborar con el profesor Luis Ladislao Zegers, Profesor Titular de Física de Industrial y Electrotecnia de la Escuela de Ingeniería de la U. de Chile.
En Santiago hizo sus estudios para dotar, a comienzos de siglo, a las calles de Santiago de alumbrado eléctrico en vez de a gas. Propuso que la energía eléctrica se obtuviera en base a las cascadas que existían en todo el país. En 1878, un año después del invento de Thomas A. Edison, Salazar construyó la primera máquina parlante y grabadora (gramófono). El había preparado los cilindros, grabando voces, cantos y ruidos de la naturaleza. Además construyó el primer radio-receptor y fundó la primera estación radiofónica de Chile (radioemisora). Falleció en 1943 a los 88 años.
Luis Ladislao Zegers Recansens. «Un adelantado en física»
Luis Ladislao Zegers Recansens nació en 1849. Hijo del Ingeniero, José Zegers Montenegro y sobrino de Isidora Zegers, la primera Directora del Conservatorio Nacional de Música.
Se tituló de Ingeniero a los 23 años en 1872. Fue el sucesor de Ignacio Domeyko en la Cátedra de Física de la Escuela de Ingeniería de la U. de Chile. Zegers fue el impulsor de la enseñanza de la electricidad en la universidad. Era además el secretario de la Comisión Internacional, con sede en Londres, para el estudio de los progresos en el uso de la electricidad. Fue nombrado representante del Gobierno de Francia en 1876 para esta comisión. Entre sus actividades, trajo a Chile la telefonía inalámbrica. Incursionó en la química, mineralogía y óptica. Hay numerosas colaboraciones suyas en los anales de la U. de Chile. Escribió “La cordillera de los Andes”, “La geología en Chile”, “Los progresos de la electricidad” y “La telegrafía sin hilos”. Fue organizador de la Sociedad Nacional de Minería, y creó los servicios meteorológicos del país. Zegers se hizo conocido cuando publicó un estudio sobre “El paso de Venus por el Sol”, lo que le valió la condecoración de las “Palmas Académicas” en la Exposición de Barcelona en 1882.
En 1884 la Facultad de Medicina y Farmacia de la U. de Chile propuso incluir en el plan de estudios la asignatura de Física Médica. Pero, como no había un facultativo para desempeñar esa cátedra, se propuso enviar a los estudiantes de Medicina a las lecciones del Profesor Zegers a la Escuela de Ingeniería.
Luis Ladislao Zegers falleció en Francia en 1925 a los 76 años.
José María Anríque Zuazogoitía. «Un laboratorio para la U. de Chile»
José María Anríque nació en 1859 y era miembro de una familia con 17 hermanos. Se tituló de médico en 1884 y cinco años más tarde comenzó la docencia en la asignatura de Física médica.
En 1896 el Profesor Anríque expuso ante la comunidad científica sobre el uso de los Rayos X en distintas patologías. Su tema se tituló “Los Rayos X de Roentgen”, y su exposición contó con demostraciones en el hospital San Vicente. Ante los médicos presentes, Anríque se quejó de lo que se quejaban todos en la época: las enormes dificultades para obtener los implementos necesarios. Por ejemplo, sólo el Laboratorio de Zegers y Salazar poseía una bobina de inducción capaz de estimular convenientemente un tubo para generar Rayos X. Anríque trabajaba con el Profesor de Física del Instituto Pedagógico Dr. Alberto Beutell, y en el Laboratorio de Física de la Escuela de Medicina no había bobina de inducción adecuada, ni condiciones para producir el vacío en los tubos de rayos X.

Con la llegada de Europa de una nueva bobina, además de tubos de Rayos X, los resultados mejoraron en Medicina. Anríque tuvo una nueva oportunidad de pararse frente a la comunidad científica, pero esta vez con una radiografía con fracturas en una mano, ante brazo y pie, con una calidad de imagen claramente superior. La duración de las exposiciones fueron de 5 a 15 minutos. Sin embargo, no pudo obtener radiografías aceptables del tronco (tórax), muslos y brazos, ni con exposición de hasta 30 minutos.
En 1902 finalmente los ruegos del profesor Anríque fueron escuchados. Las autoridades dotaron a la Facultad de medicina de la U. de Chile de equipos de Rayos x, siendo Anríque el jefe del Laboratorio.
Dr. José Ducci Kallens. «El universitario visionario»
El Dr. José Ducci Kallens nació en Santiago en 1884. Realizó sus estudios secundarios en el Instituto Nacional e ingresó a la Escuela de Medicina en 1901. Se tituló de Médico-Cirujano en 1908. De espíritu inquieto, fue un vibrante animador de los movimientos estudiantiles de su época. Fue fundador y primer Presidente de la Federación de Estudiantes.
Al poco tiempo de egresar trabajó de ayudante del profesor Salazar en Ingeniería y del Profesor Anríque en la Facultad de Medicina. Trabajó también como profesor interino de Física en el Instituto Nacional. Fue Jefe de Clínica Neurológica en el Hospital San Vicente y Profesor Extraordinario de Física Médica.
A la muerte del Dr. Anríque en 1916, el Profesor Ducci se hizo cargo, a los 32 años, de la Cátedra de Física Médica y de la primera unidad de Radiología Clínica que existió en Chile. Como autodidacta había llegado a ser el primer radiólogo activo del país. Fue además Director y Secretario de la Sociedad Médica y Redactor de la Revista Médica de Chile.
El profesor Ducci demostró la importancia de esta nueva especialidad a través de numerosas conferencias sobre su uso y aplicaciones, creando con ello el interés por la Radiología. Hizo trabajos sobre radiología del pulmón, diafragma, cráneo, riñones, etc. También sobre corazón enfermo y aorta, alteraciones del estómago y duodeno.
El diario El Mercurio en 1931 publicó: “el universitario de grandes visiones encuentra obstáculos tras obstáculos. La masa inmensa de alumnos, la pobreza casi franciscana, la falta de colaboradores debidamente protegidos por la Universidad, todo esto impedía dar a la enseñanza que Ducci impartía el brillo que necesitaba”.
Por problemas políticos con el gobierno del General Ibáñez, fue expulsado de la Universidad en 1929. Se dedicó, con mucho éxito, a su consulta privada de radiología y a sus actividades de médico neurólogo. Montó además una fábrica de tubos fluorescentes en colores que servían para publicidad y anuncio de negocios, lo que le ayudó en parte a mantenerse en sus últimos años. A la caída del gobierno del General Ibáñez se le devolvió la Cátedra. Falleció a los pocos meses, en 1931, a causa de una afección renal. Tenía 47 años edad.
Dr. Luis Opazo Pardo. «El consolidador»
Fue el sucesor del Dr. Ducci. Nació en San Fernando en 1891 y fue ahí donde comenzó su carrera como médico Pediatra. Luego se trasladó a Santiago y trabajó en el antiguo Hospital de Niños en calle Matucana.
Durante su período, en 1952, el Servicio de Radiología se trasladó al nuevo Hospital Clínico “José Joaquín Aguirre”. Para entonces, había mejorado la calidad de los equipos radiológicos que eran de marca General Electric, Siemens y Philips. Correspondía a tecnología de la Segunda Guerra Mundial y al periodo de Post-Guerra. La protección radiológica era precaria. Recién en 1955 las Naciones Unidas reglamentaron la Protección Radiológica, y las características de los equipos.
Ya estaban en uso los medios de contraste orales y endovenosos, existía la Planografía y se efectuaban Colecistografías, Colangiografías post-operatorias, Pielografías de eliminación, Uretrocistografías, Flebografías, Fistulografías, Listero-salpingografías, Broncografías, Neumoperitoneo diagnóstico y la Radiología osteoarticular y torácica. Era habitual que los Radiólogos caminaran por los pasillos con anteojos rojos, para acostumbrarse a la oscuridad necesaria para la radioscopia.
Al doctor Luis Opazo sin embargo le tocó materializar todos los cambios por lo que lucharon durante años sus antecesores, muchos de los cuales fueron también sus colegas, como el doctor Ducci.